jueves, 13 de enero de 2011

¿Menos horas de Historia? Una mirada cortoplacista de la Educación

Miguel Ángel Grez Catalán
DCU de la Chile
En el último tiempo, la opinión pública se ha visto sorprendida por las numerosas medidas adoptadas por el gobierno para efectuar transformaciones a nuestro sistema educativo, tendientes a un “mejoramiento” de la calidad. Dentro de ellas, ha sido particularmente bullada la idea de hacer un aumento de las horas de clases de Lenguaje y Matemáticas en la enseñanza básica y media, compensándola por una reducción en las horas de Historia y Ciencias Sociales y Educación Tecnológica, las cuales podrían recuperarse utilizando horas de libre disposición. Todo lo anterior se explica bajo la lógica de la necesidad de dar un tratamiento prioritario a dos áreas esenciales para el desarrollo del aprendizaje, que son usadas como parámetro de calidad en evaluaciones como el SIMCE o la PSU.
Dejando de lado la discusión mediática relativa al desprecio de la formación integral y el enfoque tecnocrático que reflejarían esta medida, el problema de fondo recae, a mi juicio, en una mirada cortoplacista de la Educación.
El resultado práctico de aumentar horas de Lenguaje y Matemática, será netamente lograr un avance más rápido de estos contenidos, de modo que al final se dispondrá de una mayor cantidad de tiempo que permitirá, por ejemplo, el reforzarlos en los cursos finales de la enseñanza media y así obtener mejores resultados en la PSU.
Ahora bien, ¿cuál es el grado de éxito que puede tener esta solución? A mi juicio, la medida será provechosa, pero solo en el corto plazo, puesto que al final recoge el mismo razonamiento con el que opera el mundo de los preuniversitarios: más horas de estudio, mejores puntajes finales.
Esta es solo una solución parche: una forma cuantitativa de soslayar las falencias de nuestro actual sistema educativo, sin hacer un análisis cualitativo. ¿Basta con repetir la misma clase dos veces para recordarlo mejor? ¿Puede, por ejemplo, un profesor mal preparado aprovechar mejor dos horas de clase, en vez de una? Claramente, no.
Lo mismo sucede con las horas de Historia y Ciencias Sociales: de nada sirve disponer de más o menos horas de clase, si estas son mal aprovechadas simplemente enumerando hechos históricos o utilizando trabajos prácticos que no logran generar una verdadera reflexión e interiorización de los procesos históricos, que permitan formar un ciudadano con mayor capacidad crítica y conciencia de su entorno social, cultural, económico, político, etc. Al fin de cuentas, por mucho que se hable de que se quedarán contenidos mínimos sin estudiar, no es un misterio que Historia no es un ramo apreciado por la gran mayoría de los estudiantes: ¿qué importa no pasar la revolución rusa o el auge salitrero, si a nadie le interesa? Creo que el problema es más agudo de lo que parece.
En síntesis, el debate público debería abrirse a una mayor problematización sobre nuestras metodologías de enseñanza aplicadas en nuestro medio, dado que en ellas radica la posibilidad de obtener transformaciones concretas que se proyecten en el largo plazo. La cantidad de horas de clases, en cambio, es una cuestión más bien accesoria, que se resuelve una vez que se tiene claro cuánto tiempo se necesita para enseñar Bien.

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